La humanidad ha soñado históricamente con revertir el envejecimiento. Durante cientos de años esta quimera solo estuvo vinculada a la magia. Ya no. En la actualidad, la ciencia ha entrado de lleno en esa investigación. Y lo que es más importante, diferentes grupos científicos en todo el mundo están logrando avances más que significativos.
Una de las principales compañías dedicadas a la búsqueda de la eterna juventud o lo más parecido a eso es Alto Labs. Esta compañía, impulsada por Jeff Bezos, dueño de Amazon, y otros multimillonarios, ya ha fichado a algunos de los científicos más importantes de esa área de investigación como los españoles Manuel Serrano y Juan Carlos Izpisúa o el japonés Shinya Yamanaka.
Pero ellos no son los únicos que están logrando resultados. En el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (UAM-CSIC), el grupo del bioquímico Jesús Ávila (Madrid, 76 años), junto con el investigador Alberto Rodríguez Matellán, ha conseguido rejuvenecer, mediante reprogramación celular, el cerebro de ratones en un trabajo que el investigador del CBM Severo Ochoa ha codirigido con Manuel Serrano.
Jesús Ávila, jubilado desde hace tres años, pero vinculado todavía al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España como profesor ad honorem, explica lo que le llevó desde su dedicación casi exclusiva a la investigación del alzhéimer hasta el rejuvenecimiento cerebral: “Nosotros trabajamos sobre la enfermedad de Alzheimer que es muy complicada. Y nos enfocamos sobre todo, aunque no exclusivamente, en dos aspectos. Por un lado investigamos un factor de riesgo teóricamente modificable y, por otro, un biomarcador que permite seguir el curso de la enfermedad. Ese factor de riesgo modificable es el envejecimiento”.
Jesús Ávila en su laboratorio del CBMSO. / Álvaro Muñoz Guzmán
Considerar el envejecimiento como un factor modificable es una revolución. Durante toda la historia de la biología hasta muy recientemente, era un dogma que la vida transcurría desde una célula embrionaria pluripotente (que tienen el potencial de convertirse en cualquiera de los doscientos tipos de células del organismo) hasta las células diferenciadas (que son células maduras y especializadas) y en esa única dirección.
Pero en 2006 el científico japonés Shinya Yamanaka logró crear lo que se conoce desde entonces como iPS (células madre pluripotentes inducidas, por sus siglas en inglés) y que no son otra cosa que células madre que tienen la capacidad de convertirse en cualquier tipo de célula pero cuyo origen está en una reversión desde células adultas ya especializadas. Es decir, dio inicio al camino inverso de la biología.
Para lograrlo, Yamanaka reprogramó las células añadiendo mediante ingeniería genética cuatro proteínas que permiten expresar genes que actúan como des-diferenciadores. A esas proteínas se les conoce desde entonces como los factores de Yamanaka.
Al mismo tiempo que grupos de investigación intentaban rejuvenecer diversos tejidos del organismo utilizando los factores de Yamanaka, el grupo de Jesús Ávila se centró en conseguir eso mismo en el cerebro
. En el hipocampo hay una zona que se llama giro dentado que está vinculada con la memoria episódica (relacionada con momentos biográficos) que es la que se pierde con la enfermedad de Alzheimer. “Pensamos que esa zona es de las primeras afectadas por la enfermedad. Y lo que hemos hecho nosotros ahí –explica Jesús Ávila- es ver si podíamos rejuvenecer el cerebro al mismo tiempo que enlentecíamos la enfermedad de Alzheimer en ratones modificados genéticamente. Lo que hemos visto es que en estos modelos animales sí podemos rejuvenecer las facultades cognitivas”.
Lo viejo se hace nuevo
Los resultados de ese trabajo de reversión de las células con la aplicación cíclica de factores de Yamanaka realizado por el grupo de Ávila, se han publicado en la revista Stem Cell Reports pero es solo el inicio de un trabajo mucho más ambicioso:
“Lo que queremos hacer ahora, y esto es el futuro, es ver cómo podemos sustituir esos factores que no podemos expresar en el ser humano porque no podemos hacer manipulaciones genéticas, por algo simple. Cuando hablo de algo más simple me refiero a compuestos que mejor si están en la naturaleza, que sean baratos y se puedan dar a una persona, no por manipulaciones genéticas sino por vía oral o nasal y de un modo muy simple. Hemos visto ya algunas cosas que funcionan. Y en eso estamos. Algo ya hemos patentado con el CSIC”, explica el investigador.